El Péndulo De Foucault, de Umberto Eco (L.C. 4)

La novela total. A los ojos de un precario lector como yo, es lo que se percibe, trata de ahogarnos a toda costa pero la tarea consiste en no dejarnos. Sobre esta novela tenía mucha expectativa, pues cuando llegué a la universidad el escritor de moda era Umberto Eco, y con su Nombre de la Rosa había producido infinidad de comentarios, pero lo que más preponderaba era su devoción por la semiótica, algo que para él, al parecer, ya había superado, pero que servía de inspiración para los genios que habían creado la carrera. Por supuesto, cuando salió la segunda novela de Eco todo el mundo hablaba de ella en los corredores, aunque muy pocos la habían leído. Los semióticos organizaron un curso para analizar página por página la novela y ¡claro! Era una empresa titánica digna de admirar, pero hasta qué punto valía la pena estar allí, se necesitaba haber leído por lo menos la mitad de los estudios semióticos de Umberto Eco, y considerarse un verdadero postmoderno. Yo me encontraba en una etapa de transición y no había calado bien en ese grupo, por lo que abandoné la tentativa de ser un genio literario y me dediqué a disfrutar de las letras. Compré la obra (uno de los pocos libros piratas que tengo en mi biblioteca, por supuesto de muy mala calidad) queriendo con eso demostrar que no necesitaba de ningún grupo para gozar de la literatura. Así lo entendí y aún lo sigo entendiendo, pero no leí el libro. No pude pasar del primer capítulo y una cierta decepción inundó mi alma. Borges me dijo: “No es tu libro, déjalo” y eso me reconfortó. Sin embargo muchas no fueron mis libros, pero también llegó Cortázar, Machen, Schwob, Onetti, y por supuesto Borges, entonces el veneno de la literatura hizo su trabajo.
8 años de sentir la necesidad de leer El péndulo... porque albergaba cierta nostalgia y frustración, entonces acepté el reto de nuevo. Esta vez fue diferente porque lo entendí y lo disfruté, digería cada página con un apetito voraz, que nada parecía detenerme, me apasionaba el misterio de los templarios y sobre todo los cultos secretos venidos de oriente por aquella espeluznante empresa de las cruzadas. Pero la novela desencanta y no es una bella metáfora de las sectas secretas, no logra tan siquiera estremecernos con la trama, es tan postiza y extensa que cansa al lector, quiere decirlo todo, relacionar los ritos más incoherentes con sectas o grupos desaparecido o transformados (en palabras del autor). Conozco libros de historia que lo dicen de manera más bella como por ejemplo Las cruzadas vistas por los árabes. Entiendo que la intención de Eco era burlarse de todo este mundo ‘secreto’, pero quizás él también resultó burlado. Se quita la trama, pobre en todo caso, y resultan algunos datos sueltos que se encuentran de una mejor manera por ejemplo en La doctrina secreta de Helena Blavatsky. No me perdí de nada en aquel tiempo y he matado un fantasma. La novela nos invita a escudriñar sobre esos temas, pero no a releerla. Es una lástima porque de verdad la intención es muy buena pero falla. Supongo que algún buen escritor, de esos que la historia de la literatura los ha marginado pero que son maravillosos a la hora de escribir tramas, habrá tocado una o varias de estas historias.

Nota: Con Umberto Eco me sucede algo particular, pues después de 24 años de haber comprado el libro, me he acercado al autor de una manera que por aquel entonces parecía imposible. He desarrollado cursos de semiótica cuyo mejor autor para entender la infinidad de conceptos, es por supuesto Eco. Ahora todas mis investigaciones tienen como punto de partida las nociones de la posmodernidad y aparezco hablando un metalenguaje que por los años 90 se convertía en una casa del terror para aquellos que no teníamos acceso a toda la producción escrita del autor italiano. Por supuesto que en aquellos años no existía internet, la biblioteca central tenían muy pocos textos (por no decir que ninguno) del autor y los libros eran carísimos, inaccesibles para nuestro pobre bolsillo universitario. Quien tiene el conocimiento tiene el poder. La internet ha democratizado el conocimiento, podemos acceder a una cantidad de textos que hasta ahora nos estaban vedados y sólo unos pocos privilegiados se podían lucir en un salón de clase. Hoy en día podemos acceder a bibliotecas virtuales (algunas ilegales) que nos ofrecen infinidad de documentos, democratizadoras de un saber para que alguien, en la aldea global, pueda leer cualquier texto, disfrutarlo y hasta debatirlo. Por ejemplo, yo recomiendo a mis estudiantes http://ebiblioteca.org, un espacio con más de 80.000 autores sobre infinidad de temas.
Cuando leemos un libro ya no somos los mismos, pero cuando volvemos a leer ese texto, nuestra apreciación en diferente, hemos cambiado, pensamos diferente y el paso del tiempo ha hecho su trabajo. Hoy en día considero que mi apreciación sobre la novela El Péndulo De Foucault fue muy ingenua y hasta injusta. No creo que la trama sea pobre, por el contrario, es nuestra pereza lectora la que nos motiva a desdeñarla. La fascinación por las sociedades secretas nos lleva a investigar un sinfín de conceptos y de historias. Me gustaría volver a leer la novela, pero de la mano de alguien que conozca a fondo todo este mundo de las sociedades secretas, de la Rama Dorada, de la teosofía (conozco a una persona), incluso del complot para que los extraterrestres invadan nuestra tierra (Expedientes X). Leer a Umberto Eco requiere una disciplina y una curiosidad para buscar aquellas referencias que ignoramos por completo, pero afortunadamente hoy en día tenemos la gran biblioteca de Babel que Borges tanto hablaba, el aleph que nos permitía conocer el universo entero en tan sólo un pequeño punto inequívoco. La biblioteca total.

Comentarios

  1. Haré la tarea completa, solo he hecho la mitad con el péndulo de foucault,

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Ejercicio de escritura # 3

EL ÚLTIMO EMPERADOR

Mis tres voces femeninas favoritas